Hola a tod@s:
La Aceptación es una de las emociones positivas más importantes en la vida de las personas, dado que favorece el equilibrio emocional al permitir liberarnos de la resignación, la tristeza y la ira, entre otras emociones negativas derivadas de cualquier hecho que nos provoca sufrimiento emocional.
El problema estriba en que muchas personas confunden la Aceptación con la Resignación. La primera corresponde a un sentimiento positivo que promueve la liberación y el movimiento: frente a un hecho ‘negativo’, la persona acepta el cambio y continúa viviendo su vida sin expresión continuada en el tiempo de emociones negativas. La Aceptación promueve el olvido y el perdón.
La Resignación, en cambio, es un tipo de emoción mediante la cual el ser humano se compadece de sí mismo y simula aceptar la situación, aunque en realidad se disfracen otras emociones negativas como son la tristeza, la decepción o la ira. Como es evidente, al contrario que la Aceptación, no promueve el olvido ni el perdón, ni mucho menos, la liberación y el movimiento.
La Aceptación permite seguir nuestro camino como un antídoto frente al sufrimiento. La Resignación inmoviliza y hace sufrir.
El ejemplo más claro es la situación de una ruptura o desengaño amoroso. Las personas pasamos por las distintas fases de duelo (negación, ira, negociación, tristeza y aceptación). La Aceptación es la última fase donde la persona acepta la nueva situación y se desprende del miedo, de la ira, la incertidumbre y la depresión. Puede iniciar un nuevo comienzo.
En cambio, algunas personas no llegan a alcanzar la última fase y se quedan entre medias, variando entre la ira y la tristeza. Simulan aceptar lo ocurrido, pero en el fondo, siguen sintiendo momentos de rabia, tristeza y decepción. En realidad, estas personas se han resignado a su nueva situación, sin que hayan salido completamente de la fase de duelo habitual.
¿Te encuentras en una situación parecida? ¡No confundas ambas emociones! Si necesitas ayuda, escríbeme sin compromiso. 🙂
¡Hasta otra!
Álex