¡Hola!
Parte del sufrimiento humano proviene de nuestro ego. Ya hablamos sobre él en las entradas relacionadas con el Análisis Transaccional, donde se tratan las distintas facetas o roles del ego humano: el ego-niño, el ego-padre y el ego-adulto.
El ego siempre quiere más y más y, cuando es vulnerado, saca lo peor de nosotros. Esa ambición desmedida del ego se denomina ‘hambre psicológica’: motivaciones del ser humano para satisfacer sus necesidades, en especial, las del tipo psico-social. No son malas, pero llevadas al límite, alimentan al ego ocasionando desequilibrio en nuestras vidas. Hay diversos tipos:
- Hambre de estímulos: visuales, auditivos, cenestésicos y/o táctiles. Relacionada con nuestra parte biológica, satisface las necesidades psico-sociales.
Ejemplo: Un bebé demanda atención y afecto, es decir, estímulos necesarios para su correcto crecimiento social y afectivo.
- Hambre de reconocimiento: se satisface mediante las caricias (de las que hablaremos próximamente) y las expresiones de afecto.
Ejemplo: Mateo quiere sentir la aprobación de su grupo de amigos e invita a todos a cenar sólo para sentirse integrado en el grupo y reconocido.
- Hambre de estructura: se trata de una motivación dirigida a estructurar el tiempo y aprovecharlo para alcanzar los objetivos con un alto rendimiento. Comienza a tener importancia cuando el adulto se desarrolla de forma activa, llegando a alcanzar dos tipos de dimensiones principales: la externa (espacial o relacionada con la necesidad de orientación espacial y temporal, relacionada con la programación temporal) y la interna (vinculada al conocimiento personal). Es un hambre típica de personas perfeccionistas.
Ejemplo: Claudia se ha ido de vacaciones a otra ciudad y ha confeccionado un listado pormenorizado de actividades que hacer, rutas que seguir y lugares que visitar. Todo esta detallado en su libreta, de tal manera que las vacaciones se convierten en un listado de actividades obligatorias que hacer a cada hora, momento y lugar.
- Hambre de sexo.
- Hambre de incidentes: Con objeto de evitar el aburrimiento. Típico de aquella persona que no acepta la rutina ni el ‘no hacer nada’.
- Hambre de posición (social, económica). Es un hambre que alimenta de por sí al ego, dado que imagina y pone en perspectiva al sujeto en un ambiente o clase social/económica superior a la actual.
Todas estas hambres psicológicas son naturales del ser humano y tenerlas no ocasiona, de por sí, la alimentación del ego.
Sin embargo, sobrealimentar las hambres provoca que el ego crezca y se descontrole, ocasionando la aparición del sufrimiento emocional nuestro y de las personas que nos rodean.